
Cuando me planteé de verdad tener otro hijo, pensaba que con el segundo sería mejor madre. Al fin y al cabo la experiencia es un grado y forzosamente tendría que sentirme más capaz. Después me quedé embarazada, las hormonas me pusieron del revés y acabé sintiendo lo contrario, que esta vez sería peor madre. Que estaría sobrepasada y lo haría todo mal, cargándome además por el camino todo lo que había hecho bien en mi primera maternidad. Curiosamente, no tenía razón en ninguna de las dos, aunque ambas eran ciertas. Tengo más experiencia y estoy más sobrepasada. Pero no soy mejor madre, ni peor. Lo que sí soy es una madre diferente. Continue reading →




