Los hijos no son (solo) una carga

No paro de leer tuis últimamente sobre lo bien que se vive sin hijos y la carga tan grande que se ve que son para quien no los tiene. «Estoy aquí en la playa picando patatas, viendo que la pareja de al lado no ha podido ni sentarse todavía y pensando: qué bien he hecho en no tener hijos». No me entendáis mal, cada cual hace lo que quiere y siente con su vida, me parece genial quien quiera tener diez hijos, quien quiera no tener ninguno y quien quiera comprarse cuatro gatos. Pero tuerzo el morro cuando la gente juzga desde fuera los caminos que nunca transitó.

Que sí. Que está claro. Tengo dos hijos pequeños y ahora mismo, con ellos, tengo carga hasta las orejas. Hay que cuidarlos, muchas veces por delante de ti, sobre todo cuanto más pequeñitos son (si no queréis cambiar nada en vuestra vida, de verdad, por ellos y por vosotros, no tengáis hijos). Hay que educar, hay que mediar, hay que consolar, hay que prestar atención, hay que limpiar culos y gestionar rabietas. Evidentemente. Quien piense que tener hijos no conlleva un carga INTENSA durante años, es porque todavía no los ha tenido. 😀

Pero está ese pequeño detalle que parece que no vale un mojón y que pesa lo indecible en el otro lado de la balanza. A los hijos se los quiere como a nada en el mundo. Es un amor tan primario y absoluto que es imposible describir en justicia a nadie que no lo haya vivido. Podría deciros que eso solo ya compensa la carga, como un premio de consolación. Pero no. Sinceramente creo que pesa más.

Sentir lo que se siente por un hijo APORTA.

Sonreír cien veces cada día aunque hayas tenido un día de mierda APORTA.

Vivir en primera persona la inocencia pura y salirte del mundo absurdo de los adultos APORTA.

Recibir su amor y su adoración sin fisuras APORTA.

Qué queréis que os diga. Me duele la espalda, tengo dos ojeras que creo que ya se me han quedado tatuadas, hay ratos en los que mataría por silencio y he tenido que ponerme en stand-by durante unos años porque esta etapa es lo que es. Tengo momenticos puntuales en los que haría como Marge Simpson en ese capítulo en el que se le va la olla, y frenaría el coche en medio de un puente si después me dejaran pasar el finde en un spa. Y si tuviera algún puente a mano, que me quedan todos lejos.

Pero, con todo, me mantengo: los hijos aportan mucho más de lo que «quitan». O al menos a mí MIS hijos me dan muchísimo más de lo que me «quitan». Aunque no creo que sea la única, la verdad.

Si tener hijos solo fuera una carga nadie querría repetir.

Si tener hijos solo fuera una carga nadie sentiría que, por ellos, es que se hace lo que sea. Por su seguridad, por su bienestar, por su felicidad. Por una sonrisa en sus caritas, por un gritillo ilusionado, por el sonido de su risa y la paz de sus abrazos.

Si tener hijos solo fuera una carga nadie recordaría a los suyos con nostalgia, con esa sonrisa que recuerda los tiempos en los que viviste la dulzura.

Porque esa es otra. Los hijos son una «carga» cuando son pequeños, principalmente. Cuando hay que cogerlos en brazos aunque canse, cuando hay que perder sueño aunque agote, cuando hay que criar aunque destroce. Y eso, querid@s, dura muy poco. Menos de lo que parece.

Así que, en fin. Sí, echo de menos sentarme en la playa a picar patatas a mi rollo, aunque no sea mirando al de al lado para sentir que mi vida mola más. Pero ya volveré a hacerlo (lo de las patatas). Ya volveré a tener tiempo para mí a niveles pre-maternidad y a redescubrir ese pequeño montoncito que está en stand-by, esperando. Ya volveré a tener un salón sin megablocks. Ya volveré a equilibrar ser Marta con ser «la mamá de».

Porque mis hijos, en pocos años, crecerán. Y mi carga bajará. (Y yo me iré con mi marido a las Maldivas). Y ya no tendré bebés que me lleven loca por toda la casa, ni tendré niñas que me quieran contar cien mil millones de veces cien mil millones de cosas hasta que me estalle la cabeza, ni tendré que cambiar pañales atómicos, ni tendré que hacer deberes de mates. Ni mofletes preciosos recién estrenados, tersos como la seda. Ni sonrisas de ratoncejo y carcajadas con gárgaras. Ni ojillos ilusionados cuando se cae un diente. Ni dibujos llenos de te quieros. Ni todas las cosas que ahora mismo, mientras tecleo con mis ojeras, mi jaqueca y mi cansancio, me hacen sonreír con cara de tonta y emocionarme pensando en mis niños. Y en todo lo que me habría perdido si no los hubiera tenido.

Y ¿adivináis cómo recordaré esta etapa tan, tan, tan hasta el culo de carga?

Como una de las más bonitas de mi vida.

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7 comments

  1. Liz says:

    De verdad quiero verlo así, como dices, pero si es muy pesado, de verdad es una carga emocional tan grande, no hay tiempo para mí, y cuando empiezo a tenerlo,se escucha…. Mamá quiero esto… Se que lo amo con todas mis fuerzas, me muero si algo le pasa, pero de verdad quiero esos 15 minutos donde no tenga que atender a nadie, dónde solo sea yo, y solo yo. dónde no me juzguen por desear ese espacio donde no soy mamá ni esposa, solo yo, no se si es por las vacaciones del cole, pero deseo tanto correr e irme lejos, siento que le hago más daño de lo que realmente lo ayudo, si, he reído a carcajadas, se que jugar con él hace milagros en mí, pero hoy por hoy me siento cansada. Leyendo me pongo a pensar… Cómo me habré sentido siendo niña, que habrá pasado para yo reflejar esto siendo adulta, siendo madre y siendo esposa? Dónde me quebré… Dónde me perdí si esto era lo que tanto anhelaba.

  2. Sh1tty mom says:

    Bueno, pues yo en este exacto momento quiero o suicidarme o tomarme un cohete y desaparecer de este planeta. Estuve a punto de divorciarme de mi pareja dos veces porque no tenemos tiempo para nosotros. Mis hijos me amargan más de lo que me alegran. Y no, no sonrío aunque haya tenido un día de mierda cuando los veo. Yo cometí un grave, gravísimo error siendo madre, más por ellos que por mí. Así como mis hermanas y yo fuimos una carga para mis padres y por eso se divorciaron, ellos son una carga para mí. Y eso de que la infancia se pasa rapidísimo, puro cuento. Para mí está durando una eternidad. No veo la hora de que sean adultos y se vayan de la casa. O que yo me enferme terminal y me muera, porque soy cobarde hasta para matarme. Cualquier cosa con tal de librarme de ellos y ellos se libren de mí

  3. Tao says:

    Me has sacado las lágrimas, muchas gracias. Yo tengo un hijo de 4 años, digamos que ha pasado la parte más demandante, y ahora es 90% disfrute, con todos los pequeños detalles que cuentas y mil más.

    Muchas veces he pensado «¿quién me mandaría meterme en este lío?», pero ahora no puedo estar más agradecido de haberlo hecho (e incluso planteándome ampliar la familia, aunque me da miedo romper esto que tengo ahora!)

    • Carita says:

      «Quién me mandaría» (o su primahermana: con lo tranquila que yo estaba) y «ven que te como que no te puedo querer más» son una maravillosa paradoja pero coexisten perfectamente. Espero que te encuentres. Un abrazo!

  4. Eli says:

    Precioso… Yo estoy ahora en búsqueda del segundo, soportando comentarios negativos de familiares porque » a partir de los 35 el cuerpo ya no queda igual» y » es un tute mortal otro niño pequeño» (el mío tiene ahora mismo dos años y medio).
    A veces esos comentarios me hacen replantearme si realmente seré capaz o si cometeré una locura…pero luego leo éste post (o el de cuando te replanteabas ser madre) y me da alegría y fuerzas para no dejar de intentarlo.

    Gracias por compartir tus experiencias, ayudan mucho a las que, como yo, tenemos dudas y nadie con quién hablarlas que nos comprenda.
    Un abrazo!!!

    • Carita says:

      Hola Eli! Muchísimas GRACIAS por este comentario! Me alegro inmensamente de conectar a través de la pantalla, es lo más bonito de tener el blog y lo que me mueve a seguir. Escúchate a ti y silencia a los demás, es tu cuerpo, tu vida y tu maternidad. Un abrazo inmenso

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