Una hija, un hijo y una estrella fugaz

Tengo una hija.

Tiene casi seis años y medio, un pelazo de anuncio de suavizante, con bucles hasta la cintura, dos ojos azules que son casi cristalinos y la naricilla espolvoreada de diminutas pecas, tan perfectas que parecen dibujadas con un boli de punta fina. Me la sé de memoria, porque llevo casi seis años y medio mirándola a todas horas, con el absolutismo de la maternidad. Es un poco arisquilla desde que nació, se me resiste a los abrazos de larga duración. Pero me deja estrujarle el culete a todas horas, así que me lo equilibra. Es tierna como ella sola, inocente y extremadamente dulce. Una peque de carácter que sabe lo que quiere, pero un carácter fácil y flexible con el que se adapta a todo. Me fascina verla crecer, verla cambiar, entre el orgullo y la nostalgia. Ojalá cada año me durase cinco, aunque fuese cinco veces más cansado.

 Siempre canta. Siempre. Sin parar, aunque se lo pidamos. Y creedme, se lo pedimos. Me enerva y me alegra al mismo tiempo, porque si canta es que está contenta y es feliz, aunque tanta alegría vital a mí me ponga la cabeza como un bombo según va avanzando el día. Es increíblemente creativa. Adora pintar, escribir y leer. Y a ella… a ella yo la adoro con toda mi alma.

También tengo un hijo.

En breve cumplirá cuatro meses. Dudé mucho, mucho si animarme y a punto estuvo de no venir, pero aquí está. Y desde que está me alegra la vida, porque es el bebé más simpático que he visto nunca. Cualquier excusa le hace sonreír, y en su sonrisa, además de una dulzura extrema y de la pura inocencia de los bebés chiquititos, salen dos hoyuelazos que me pirran. Es una sonrisa contagiosa, ante la que es imposible no claudicar. Cuando me mira, se llena recorriendo mi rostro. Y yo me lleno recorriendo el suyo. No sé de qué color se le quedarán los ojos cuando crezca pero por ahora son azules, profundos, divinos. Si la gente ya nos mira con cierta decepción a mi marido y a mí cuando comprueban que la niña no ha sacado esos ojazos de nosotros, no me quiero ni imaginar cómo nos van a torcer el morro si este sigue con los que lleva de momento. Adoro tenerle en brazos, adoro inspirar el olor indescriptible de su coronilla, adoro acariciar la pelusita de terciopelo de su cabecita, adoro todos los gus y los gas con los que me cuenta historias, adoro volver a vivir la paz de la lactancia y sentir que se nutre de mí, adoro ver cómo se ríe, dormido, en la teta. Porque ríe de reírse, con «ja, ja». Frito. Y en la teta. Soy fan de poster de este peque. Sobre todo porque, además de alegrarme los días, me deja dormir por las noches, y sé muy bien cuánto vale eso.

Y ya está.

Bueno, no. No está. Falta algo en este texto. Algo que también tengo, algo que no tengo, algo que hubiera tenido pero que nunca tendré.

No sabría deciros si habría sido niño o niña. No puedo contaros nada, porque no lo sé. No sé de qué color habría tenido los ojos ni cómo o cuánto habría sonreído. No sabré nunca qué cosas le habrían gustado, cuál habría sido su carácter, qué tendría especial, único, solo suyo, que me fascinaría. A veces imagino cómo sería si en vez de pararse en la semana nueve, hubiera seguido adelante como sí hizo su hermano, y yo tuviera ahora tres hijos. A veces miro a mis dos hijos, los que están aquí, y recuerdo que he olvidado al que no fue, al que no llegó a venir. A veces, como hoy, eso me remueve por dentro y siento la necesidad de escribirlo, que es el tamiz a través del que lo filtro todo.

Hace meses, cuando pasó, cuando ese segundo embrión se paró, una mamá me consoló con una frase preciosa: una estrella no es menos bella ni ilumina menos por ser fugaz. Desde entonces, con su permiso, me he quedado esa frase dentro de mí. Desde entonces, es así como lo siento. Porque siempre que me preguntan digo que tengo dos hijos, una niña y un niño. Pero no es verdad. La verdad es que, aunque a veces lo cuente y a veces me lo calle, aunque a veces me olvide y a veces me duela, tengo tres: una hija, un hijo… y una estrella fugaz.

No sé de qué color habrías tenido los ojos.
No sé cómo habría sonado tu risa.
No sé qué habría sentido al mirarte.
No sé qué sería eso especial, eso único y solo tuyo, que me haría adorarte.
No llegaste a llegar, te quedaste en el camino.
No te vi, solo te supe.
No hubo un fin porque nada se paró, salvo tú, dentro de mí.
Pero dentro de mí seguiré llevándote.
Porque no quiero olvidarme de no olvidarte. 
No estás aquí pero, de alguna forma, siempre estarás.
Mi estrella fugaz.

Si te parece que mi contenido es útil ¡Compártelo!

Y, si quieres contarme tu punto de vista o tu experiencia, me encontrarás siempre al otro lado en comentarios o en redes 🙂

¿No te quieres perder ningún post?

¿Quieres suscribirte y recibirlos cómodamente en tu correo?

This entry was posted in Nuestro.

13 comments

  1. Akabrigit says:

    Que identificada me he sentido con tu post. Yo siempre digo,como tú que tengo dos hijos,un niño y una niña. Pero en realidad tengo tres, ya que uno solo vivo dentro de mi 12 semanas y como tú a veces se me olvida y me siento culpable. Siempre creí que era un niño y hace poco soñé con él con la edad que tendría ahora y lo achuché entre mis brazos en sueños ¡me sentía tan feliz! Creo que vino a verme para decirme que estaba bien y que siempre estaremos juntos. Por lo menos yo lo sentí así y me dio mucha paz. Un abrazo y gracias por compartir tu historia,hace bien saber que las mamás de “estrellas fugaces” no estamos solas.

  2. María says:

    Hola! Me alegra que decidieras dar el paso teniendo a tu hijo y lamento lo de la estrellita fugaz. Me gustaría mucho poder aclararme, me encuentro en la situación de duda que te encontrabas, quiero pero no quiero, un no se infinito. Ya cumplí 40 años, mi pequeño tiene 2 años y medio y esta duda se encuentra en fase final, porque la edad no ayuda. Me encantaría saber que te hizo decidir finalmente tener otro. Mi cabeza no quiere pero mi corazón si.

    • Carita says:

      Hola María! Más que «decidir», que es muy mental y me sentía incapaz en mi bloqueo, lo que hice fue darle la mano a la parte de mí misma que sentía y ver dónde me llevaba. Yo sentí que iba a tener más paz probando que perdiendo la oportunidad de probar y con cada paso la emoción era más clara (cuando probamos el primer mes y me vino la regla, sentí tristeza). Intenta no pensar y escúchate. Busca lo que te dé paz, sea el camino que sea. Un abrazo enorme

  3. Erika Hernández says:

    Justo hace 8 días perdí mi embarazo de 9 semanas..después de todo este dolor espero quedarme con el amor que me dio en este cortito tiempo que estuvo conmigo.

  4. Erika Hernández says:

    Soy mamá de un niño precioso de 4 años…y de una estrella fugaz que vivió en mi 9 semanas..la intuía niña..hace 3 dias..El viernes 5 de diciembre se fue…Tengo aún mucho dolor por la perdida..leerte me da esperanzas de que sanaré y podré recordar todo el amor que me dio en estas semanas..

    • Carita says:

      Hola Erika! Siento mucho tu pérdida. Espero que el tiempo te esté ayudando a asentar lo sucedido y recordarlo con ternura. Te mando un abrazo inmenso

      • Erika says:

        Gracias Carita❤️
        La vida me dio otro gran regalo, el 27 de enero 2022 nació mi tercer bebé, en su nacimiento recordé la pérdida del anterior, estoy muy agradecida y cómo dices ahora me llena de ternura recordar a mi estrella.
        Soy madre de tres, dos conmigo y otro en el firmamento.

  5. Eli says:

    Uffff me has hecho llorar yo tengo dos hijos, 3 estrellas fugaces y 8 semanas de felicidad en mi barriguita que espero se convierta en el tercer bebé y cerrar el círculo, con miedo vivo este embarazo buscado y deseado como mis anteriores, pero yo soy de las que piensa que todo pasa por algo, resilencia bonita palabra que me identifica, pero aunque tengo miedo de sino va bien, tengo tanto amor para mis hijos que soy feliz, con lo que tengo y con lo que tenga que venir, gracias por tus artículos

  6. Silvia says:

    Que bonito!!!!!!
    Yo antes de tener a mis preciosos 2 mellizos también sufrí mi duelo de mis 2 estrellitas fugaces. Para mi fueron mis 4 tesoritos, así los llamaba yo cuando salieron adelante del tratamiento que hicimos.
    Y yo contaba con ellos 4, con todos. Y me pusieron 2, pero se quedaron en el camino los 2. Luego volvimos a por los otros 2 pero esta vez si se quedaron, los 2.
    Y no hace mucho, una persona muy espiritual me dijo: has tenido algún aborto??? Y me eché a llorar desconsoladamente, sin apenas conocerla. Me derrumbé con ella, porque nunca nadie me había sacado ese tema. Ni yo misma. Ahí estaba el problema. Yo creí pasar mi duelo, que me costó. Pero no, no estaba cicatrizado del todo ese tema. Desde que mis 2 mellizos sí siguieron adelante siempre dije que tenia 2 niños, los 2 de aquí. Pero yo siempre en el fondo de mi corazón he recordado que tenía 4 tesoritos. Y eso lo quise enterrar. Y esta persona me habló mucho del tema y me dijo que no los apartara de mi vida, que formaban parte de mi y de mi marido, de mi ser como persona, que no emborrone el recuerdo de los 4 tesoritos, porque siguen siendo ellos 4: 2 que se fueron al cielo para dejar paso a sus otros 2 hermanos.
    Y me siento mucho mejor desde entonces

  7. Claudia says:

    Hola me alegra saber que te animaste a más, a sumar alegría y vida, yo todavía no logro decidirme a ser mamá nuevamente y se me van pasando los años y tengo miedo! Me gusta leer tus post, me dan esperanzas. Saludos

    • Carita says:

      Hola Claudia! Muchas gracias, me alegra de todo corazón. Un abrazo enorme y ánimo encontrando el camino por el que sientes que quieres ir 🙂

Responder a Silvia Cancelar la respuesta

Acepto la Política de privacidad