He tenido un accidente: ¿debería cambiar mi silla de coche?

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Fuente: Pexels

Debo confesar que, antes de sumergirme en todo este asunto de la seguridad vial infantil, no se me hubieran pasado por la cabeza muchas de las cosas que hoy me resultan de sentido común. Ya no digo que hubiera pensado algo diferente sobre ellas a lo que pienso hoy, es que ni siquiera me las habría planteado. Y esta de hoy es una de ellas: ¿tengo que cambiar la silla de la niña si tengo un accidente?

Hablo de un golpe «menor» y de una silla que parece estar bien, a priori y a simple vista. Porque obviamente si pensamos en una castaña infernal que acaba con el coche convertido en un churro de hierros y plásticos carbonizados, no cabe mucha duda sobre que esa silla no se puede usar y hay que hacerse con otra.

Así que cuando sufrimos un accidente serio, está claro. Pero, ¿qué pasa si me choco contra otro coche a 20 km/h porque me frena de golpe en un ceda y voy distraído para percibirlo a tiempo? ¿puede eso afectar a la seguridad de una silla de coche infantil? ¿qué es lo que puede dañarse y por qué? ¿es cierto o es un cuento chino pensado para que nos compremos sillas nuevas sin necesidad?

¿Por qué es tan importante que mi silla esté en perfecto estado?

Aunque tengamos la inercia de meterlas en el mismo saco y verlas así, las sillas de coche no son meros artículos de puericultura. Me explico. Las tronas, los capazos, los carritos, o las cunas sí son artículos de puericultura que, básicamente, tienen una función múltiple:

  • Adaptarse al tamaño del bebé/niño.
  • Aumentar su comodidad (y/o la nuestra).
  • Permitirnos incorporarlo a las actividades diarias (comer, andar, dormir) que no puede realizar como un adulto por su desarrollo.
  • Garantizar su seguridad durante las mismas.

Es decir, la trona me permite que el niño alcance la mesa o coma en su mesita propia, en un asiento adaptado a su tamaño donde se encuentre cómodo y de donde no se me caiga, por favor.

Sin embargo, la función principal de una silla de coche es protectora. Sí, se adapta al tamaño del niño y me permite llevarlo en el coche cómodamente, pero no es un «asiento de coche más pequeño» o un «adaptador para subir en el coche»: es un elemento de seguridad. La silla de coche no está pensada solamente para que el niño pueda viajar en el coche sino para garantizar que viaje seguro.

¿Por qué? Porque los niños se encuentran en pleno desarrollo y las consecuencias de un accidente pueden ser mucho más graves para ellos que para un adulto.

Por esta razón se recomienda que viajen en sillas a contramarcha todo el tiempo posible y mínimo hasta los 4 años de edad, el período en que son más pequeños, frágiles y sensibles y viajar a contramarcha puede evitarles serias lesiones cervicales y medulares o directamente salvarles la vida, y que después pasen a una silla a favor de la marcha con respaldo, que ofrece una mayor protección tanto con el guiado del cinturón como ante impactos laterales.

Y por esta razón se recomienda reemplazar una silla de coche tanto cuando haya agotado su tiempo de vida útil (si no sabíais que las sillas tienen fecha de caducidad, pasáos por este post) como cuando se tenga la sospecha de que puede estar dañada. Y aquí es donde entran los accidentes.

¿Qué puede dañarse en una silla que requiera que la cambiemos?

Una silla de coche cuenta con múltiples elementos que pueden verse afectados por las fuerzas de inercia de un accidente.

Las fijaciones

Tanto si se instala con ISOFIX (conectores rígidos) como con cinturón de seguridad (presillas por las cuales pasa el cinturón) los anclajes van a sufrir un tirón considerable cuando el coche frene de golpe o impacte contra algo, ya que la inercia traccionará de la silla y las fijaciones la retendrán en el asiento. Especialmente si el niño va sentado en la silla en el momento del accidente.

Para que os hagáis una idea, a 60 km/h las fuerzas de inercia multiplican el peso por 56. Es decir, si nuestro hijo pesa 10 kilos, a esa velocidad las fijaciones tendrían que soportar una fuerza de tracción equivalente a 560 kg.

También pueden verse afectados otros cierres y presillas, como los del arnés, sobre todo si la silla tiene mucho tiempo de uso y los materiales están más desgastados.

Los materiales

La tracción puede provocar tensiones y grietas, muchas veces internas, en los materiales plásticos de la silla así como afectar al material de absorción (el «corcho blanco» que llevan las sillas para absorber toda la energía posible del impacto y que no le llegue al niño).

La estructura interna

La ingeniería que hay tras la estructura de una silla es fundamental. Cualquier deformación en ella puede suponer una pérdida de funcionalidad.

Cualquiera de estos daños podría hacer que, en caso de tener otro accidente en un futuro, la silla ya no protegiese adecuadamente al niño. Por ejemplo, porque una de las fijaciones cediese, una zona agrietada terminase de romper o no se absorbiesen suficientemente las fuerzas del impacto.

¿Se puede saber con seguridad si algo se ha dañado hasta este punto? Depende. Si es algo visible, sí. Pero los daños internos, a no ser que tengamos visión láser, no son apreciables a simple vista. Y tampoco tenemos una referencia clara y concreta porque en las pruebas de impacto sólo se mide y evalúa al dummie. Es decir, podemos tener un valor cuantitativo de cuánta energía recibe o es capaz de tolerar el ocupante, pero no la silla. Lo que nos lleva a la pregunta final.

¿Qué hago con mi silla de coche si he tenido un accidente leve?

Dicen los expertos que una silla puede dañarse en impactos superiores a 20 km/h y la mayoría de las marcas recomienda reemplazar la silla cuando nos hayamos visto involucrados en un accidente de estas características. Además de la velocidad, habría que tener en cuenta también otros datos, como si el coche ha sufrido daños o si han saltado los airbags. Es decir, cada accidente es un mundo y es muy difícil determinar el punto de corte a partir del cual la silla puede verse afectada de forma que comprometa la seguridad en un futuro.

¿Qué os diría yo si os veis en esta situación?

En primer lugar, os recomendaría contactar con el fabricante de la silla para explicarle el accidente que habéis sufrido y trasladarle vuestras dudas. También pueden orientaros en el establecimiento en el que comprasteis la silla si es un sitio especializado que entienda de seguridad (si fue en un hipermercado o una juguetería mejor ni contactéis, bueno, por favor, en un hipermercado o una juguetería mejor no compréis nunca una silla de coche).

Respecto al seguro, podéis tenerlo más fácil o más difícil a la hora de abordar el asunto dependiendo de las circunstancias concretas del accidente y de qué seguro y coberturas tengáis específicamente. Peleadlo.

Sea como sea, si tenéis dudas… no os la juguéis, especialmente con una silla a contramarcha, que están específicamente diseñadas para absorber la energía del impacto y evitar que pase al niño.

No estoy diciendo que os deshagáis de la silla cada vez que frenéis porque cruza un perro o que recordáis que había bolardos (¿por qué los harán tan bajitos?) porque os dais con uno aparcando. Pero si el accidente tiene cierta relevancia, si os pegan una castaña como a mi amiga Izaskun, si pegáis un frenazo épico de los que huele a llanta quemada y suena que da miedo porque es de golpe y a lo bestia, si saltan los airbags, si os duele el cuello porque habéis tenido un latigazo cervical… contad con que la silla pueda haberse dañado aunque a priori no lo parezca.

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Y, si quieres contarme tu punto de vista o tu experiencia, me encontrarás siempre al otro lado en comentarios o en redes 🙂

 

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2 comments

  1. Carla says:

    Completamente de acuerdo! Si, hay que cambiar la silla! El pasado 22 de septiembre (ya hace casi un año) sufrimos un accidente grave, otro coche se saltó un semáforo en rojo y nos dio por el lateral izdo. Yo iba detrás con el peque y mi chico conducía, menos mal que el peque iba a mí derecha y a contramarcha…yo salí muy mal parada y afortunadamente el peque solo tuvo contusiones, la silla parecía estar en buen estado pero los enganches de isofix estaban cedidos y si la hubiésemos seguido usando con cualquier giro brusco o frenazo estoy segura de que se hubiese salido de su sitio. Así que o guardamos y compramos otra igual ya que consideramos que le salvó la vida a mi peque. Y meses después le pedimos un hacha a un vecino y mi marido le dio unos hachazos para romperla y que a nadie se le ocurriese cogerla de la basura y usarla…porque aparentemenre estaba bien…gracias por post así!

    • Carita says:

      Madre mía Carla! Hasta para la mala suerte hay que tener buena suerte… Siento mucho que te llevases la peor parte. Hicisteis muy bien en inutilizar la silla, en un nuevo accidente lo más probable es que saliera volando. Espero que estéis bien del todo ya todos. Gracias a ti por compartir tu experiencia, seguro que ayuda mucho a quien la lea. Un abrazo enorme!

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