Trucos útiles para la etapa del NO

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Foto: Pixabay

Hay algunas etapas de la primera infancia que pueden ser un pelín desesperantes. O fastidiosas, al menos. Son necesarias, lógicas y saludables pero ya podrían durar un poco menos, ¿verdad? Si tienes hijos, seguro que sabes de qué estoy hablando… Una de ellas es la llamada Etapa del NO, una fase normal y saludable por la que todos los peques pasan alrededor de los dos años y que puede requerir enormes dosis de paciencia. No te sorprendas si, de pronto, ese adorable pequeñín tan colaborador empieza a usar No como respuesta a todo. Incluso a cosas que le gustan. Está tomando conciencia de sí mismo y descubriendo que él es algo diferente a ti. Y la mejor forma de expresar esa diferencia es la palabra No. Además, ¡es una palabra irresistible! Deseará usarla a todas horas. 🙂

Si tu hijo entra en esta etapa, calma, todo está en orden.  Puede ser algo exasperante para ti pero… tal vez puedas usar algunos trucos para hacerla más llevadera:

1. No, no, no, no, no digas tanto NO.

¿Cuántas veces te ha pasado? Tienes clara la teoría, clarísima, cristalina. Pero si contabilizaras tus «no» a lo largo del día, lo mismo te sale un centenar.

Simulación: tu peque se agacha en plena calle a recoger un fantástico, maravilloso, arrebatador e irresistible… trozo de porquería indeterminada. «¡¡No, no, no, no, no, no, no!! No cojas eso. Caca». Y ya se te han escapado ocho. Así, en un momento.

Truco: Busca una forma en términos positivos de expresar tu mensaje.

«Cuidado, corazón, ¡está muy sucio! En la calle hacen pipí y caca los perritos. Ay, qué sucio está… Vamos a buscar algo más limpio al parque.»

Lo tendrás que repetir varias veces para que cale (¡qué novedad!) pero si das con un punto clave de tu hijo, te prestará su atención. Mi niña adora los perros. Imaginar la relación entre los perros que ve por la calle, el pipí/caca que son cosas sucias y esos objetos maravillosos que no le dejo coger la intrigó sobremanera desde el principio. Las primeras veces, no obstante, tuve que acompañar la explicación con apoyo aéreo: me agachaba junto a ella e impedía que lo tocara, apartando su mano con suavidad y despacio para fomentar su colaboración.

Es importante también mantener la atención en lo que has propuesto como alternativa y seguir hablando del tema: «En el parque no entran los perritos. Ahí sí podemos coger cosas».

Tras unas pocas repeticiones es ella misma la que me indica las cosas. «Mamá, tuto. Pipi caca guaguau… Ay ay ay… Acachi a mamaaaa». Espera, que te activo el traductor: Mamá, sucio. Pipí y caca perritos… Ay ay ay… Mecachis en la mar.

Mi niña es lo más.

No siempre vas a poder enfocar la situación en términos afirmativos: unas veces tendrás la cabeza en otra parte, otras no tendrás el tiempo necesario y en otras el No será realmente necesario (¡no toques el cuchillo!). Pero, con un poco de tiempo y creatividad, puedes minimizar tu lista de noes.

2. Respeta la negativa

¿Qué ocurre cuando tu hijo dice no? ¿Lo aceptas? Está claro que en algunas ocasiones no podrá ser pero, si sistemáticamente ignoras su autoafirmación, lo más probable es que lo diga aún más veces.

Si tu hijo dice que no, respétalo siempre que sea posible. Procura no hacer preguntas que admitan sí/no si no estás dispuesto a aceptar un no por respuesta (en el próximo punto te doy ideas alternativas).

Truco: Ten margen para algún no antes de la acción definitiva.

¿Nos vamos del parque?: No.

Si lo preguntas quince minutos antes de tener que marcharos realmente, la negativa de tu hijo no supondrá ningún problema. Podrás decir amablemente, vale, y tu hijo estará feliz. Puedes preguntarlo una vez más y, al poco, informar: Dentro de cinco minutos nos iremos.

Una vez sea la definitiva, ya no preguntes más. Lo más probable es que tu hijo colabore tras haberse sentido respetado y acepte de buen grado adaptarse en esta ocasión a tu decisión. Si no fuera así, respeta su disgusto y actúa como con cualquier otra situación de frustración. Poco a poco irá comprendiendo que, mientras se pueda y sea razonable, podrá decidir él. Y se adaptará cuando debas decidir tú.

3. Elige bien tus palabras

«No» es una palabra maravillosa. Los niños pequeños la adoran. Por eso, la usan siempre que pueden. Es posible que le propongas a tu hijo algo que le apetezca y te diga que no. Sólo por el placer de ejercer su recién descubierto derecho a decirlo. Otras veces, necesitarás que haga algo en lo que no quepa una negativa.

Ve a lavarte las manos:  No.
¿Quieres lavarte las manos?: No.
¿Te lavas las manos ahora?: No.

¿Te suena? Está claro, ocurre con frecuencia. Pero tal vez puedas plantear la situación de otra manera.

Truco: Deja que tu peque resuelva la situación por sí mismo y tome la decisión.
  1. ¿Cómo tenemos las manos, cariño? Primera respuesta: ¡Tutaaa! (Sucias). Dicho con alegría. Se sabe la respuesta, ¿cómo no va a estar contenta?
  2. ¿Y qué hacemos cuando tenemos las manos sucias?: ¡Mano agua!.

Y ella misma va hacia el lavabo para que le ayude a lavárselas, porque también se sabe lo que hay que hacer y está deseando ponerlo en práctica. Si te fijas, sólo se trata de dar un pequeño empujoncito que haga que ella misma piense en lo que está ocurriendo, sepa lo que hay que hacer y decida hacerlo. Ahí no cabe un no, porque la iniciativa es suya.

Son tres trucos sencillos y sumamente útiles. ¿Quieres probarlos? ¡No olvides contarme cómo te va!

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