Sharenting: ¿Exponemos demasiado a nuestros hijos en las redes sociales?

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Fuente: Pixabay

Cuando éramos pequeños, los que ahora somos padres y madres de edades, vamos a decir, respetables, con suerte teníamos dos o tres álbumes de fotos que resumían toda nuestra infancia. Fotos de las de antes, de las que no sabías si salías con los ojos cerrados hasta que revelabas un carrete y las metías en un álbum. Y, sobre todo, esas fotos sólo las veía el que venía a casa. Podíamos llevar algunas en la cartera o enviárselas a la abuela para su álbum (o su cartera) pero las fotos eran físicas y estaban en algún lugar REAL. Y, salvo cuando se nos extraviaba alguna que aparecía meses después en un sobrecito perdido junto con los negativos, sabíamos DÓNDE estaban, QUIÉN las estaba viendo, CUÁNDO y CUÁNTAS veces.

Pero eso era cuando éramos pequeños.

Hoy día, vivimos en un mundo tan virtual que no sabemos dónde está nada y tan veloz que apenas nos enteramos de lo que va cambiando. Por ejemplo, ¿te has leído alguna vez los términos legales de Facebook, una de las redes sociales más extendidas y llenas de fotos de sus usuarios? Supongo que no. Total, son lentejas, si quieres usarlo lo tienes que aceptar, ¿para qué leerlo? Pues para enterarse de lo siguiente:

  1. En relación con el contenido con derechos de propiedad intelectual (contenido de PI), como fotos y vídeos, nos otorgas específicamente el siguiente permiso, sujeto a tu configuración de la privacidad y de las aplicaciones: nos otorgas una licencia no exclusiva, transferible, con posibilidad de ser subotorgada, libre de regalías y aplicable globalmente para utilizar cualquier contenido de IP que publiques en Facebook o en conexión con Facebook (licencia de PI). Esta licencia de PI finaliza cuando eliminas tu contenido de PI o tu cuenta, a menos que el contenido se haya compartido con terceros y estos no lo hayan eliminado.

Traducido: cuando subes una foto a Facebook, le cedes el derecho a usarla (o transferirla a terceros), en todo el mundo, gratis y aunque la hayas borrado, si alguien que alguna vez la haya compartido la sigue teniendo publicada.

Da igual que, una vez, fueran tus fotos. En las redes sociales el posesivo no tiene lugar. Cualquier ilusión de control sobre lo que uno publica es eso, una ilusión. Y todas las fotos que subes de tu hijo pueden acabar, literalmente, en cualquier parte.

¿A qué riesgos me expongo al subir fotos de mis hijos a las redes sociales?

  • A que las fotos acaben en posesión de personas que jamás has conocido y que no quieres que tengan imágenes de tus hijos (no hablo de verlas en el face y darle a me gusta, sino de guardarlas en su móvil/ordenador o pasárselas a más gente). Algunas pueden ser bellísimas personas a los que tu hijo les ha parecido una monada pero hay mucho loco suelto. Prefiero ni pensarlo.
  • A que sean utilizadas en lo que se conoce como Morphing: manipular la foto para usar el rostro del menor superponiéndolo a otra imagen, del tipo que sea, y distribuirla. Si la cabeza se te va hacia donde se te va, haces bien… la finalidad suele ser la pornografía infantil para redes pedófilas.
  • A que sean utilizadas para crear perfiles falsos, suplantando la identidad de tu hijo.
  • A que sean utilizadas para acosar a tu hijo, lo que se conoce como ciberbullying. Quizá esa foto tan divertidísima que subiste hace unos años con tu peque en el orinal se utilice para algo mucho menos divertido.

¿Cómo puedo minimizar los riesgos?

¿Significa esto que no podemos subir con seguridad fotos de nuestros peques a las redes? Bueno. Está claro que, como padres, decidimos. Decidimos los riesgos que estamos dispuestos a asumir y nuestro balance personal pérdida/ganancia en cada situación o dilema. Una decisión absolutamente personal y respetable que cada cual debe tomar consigo mismo.

Yo lo tengo claro, quiero lo más cercano posible al riesgo cero. Y, para eso, lo más fácil es abstenerme. Por eso, pese a tener un blog de maternidad, me cuido mucho, muchísimo de exponer a mi hija. No subo fotos suyas al blog o sus RRSS, salvo destellos (unos tirabuzones, un ojo cristalino, unas manitas jugando… casi parece que la entrego por fascículos) pero tampoco las subo a mi perfil personal (francamente, un perfilograma plano) ni las pongo en mi perfil de whatsapp.

Me limito a enseñársela a todo el que pillo, sacando el móvil a la menor excusa o provocándola sin pudor ni decencia, a lo Billy el rápido, y haciéndole un pase de fotos o vídeos. Pero en privado.

Me encantaría publicar mil fotos suyas. Lucirla con orgullo de madre. Me encantaría, de verdad. Pero me asusta. Nos asusta, porque en este punto los dos compartimos posicionamiento. Así que no lo hacemos. Y ya te digo que es una decisión difícil, que tomo con la cabeza y no con el corazón así que, si tú sí subes fotos de tus peques, te entiendo (hasta te envidio un poco). Pero, si lo haces, ve con el máximo cuidado.

Algunos consejos de seguridad:

  • Configura lo mejor posible la privacidad de tu perfil. No dejes que los buscadores puedan enlazarlo ni que tu contenido sea abierto.
  • No admitas a todo el mundo en tu perfil personal si compartes fotos de tus hijos en tu muro o, en su defecto, crea subgrupos y define la privacidad del contenido sensible para que sólo lo vea tu gente de confianza.
  • Pide que nadie comparta fotos de tus hijos en sus perfiles. De esta forma limitas el riesgo de que, si borras las fotos, estén en otro lugar.
  • Gestiona la subida de imágenes de forma responsable. No subas nada comprometido, íntimo, ridículo o que pueda generar problemas en un futuro. Recuerda que no sabes el rastro que puede dejar esa imagen aun cuando tú decidas eliminarla. Ten muy presente que una vez que subas una imagen sale de tu esfera y no la puedes controlar. Es internet.
  • Cuidado con las Apps. Hoy día instalamos de todo en el móvil y cuando la aplicación pide permisos, damos al ok con más alegría que prudencia. Muchas de ellas, sobre todo de mensajería instantánea, exigen acceso a todos esos datos. ¿Sabes de qué parte del mundo son las empresas que hay tras esas app, con qué fin almacenan las imágenes, durante cuánto tiempo o qué medidas de seguridad cumplen? Yo tampoco.

Y algunas preguntas para reflexionar:

Está claro que las redes sociales son un instrumento, que puede usarse con prudencia o sin ella. Que no es lo mismo publicar de vez en cuando alguna foto bonita o de un acontecimiento especial que exhibir cada minuto de la vida del peque. Que no es lo mismo publicar con respeto o sin cuidado. Que cada cual tiene su sentir al respecto. Pero, al margen de los riesgos, creo que hay reflexiones que todos nos debemos hacer como padres, sobre este campo tan nuevo que son las RRSS:

  • ¿Hasta qué punto nuestros hijos son «nuestros»?
  • ¿Hasta qué punto es respetuoso publicar sus fotos sin su consentimiento, cuando son demasiado pequeños para comprender y decidir por sí mismos, por su imagen y su privacidad?
  • ¿Y a si ellos, cuando crezcan, no les gusta que su vida esté documentada en público y se sienten incómodos, cohibidos, deprimidos o enfadados?
  • ¿Y si, al contrario, les encanta verse, exhibirse, recolectar likes y basar su autoestima o su percepción del éxito y de su atractivo personal en ello, dependiendo de la opinión, admiración y aprobación externas para sentir que sus vidas funcionan y ellos son válidos?
  • ¿Es eso lo que queremos para ellos, es eso con lo que queremos que crezcan mientras se desarrolla su personalidad, su autoestima y su autoimagen?

Confieso que yo recelo de las redes sociales, de la dinámica exhibicionista y adicta al feedback en la que nos sumergen, de cotillear y ser cotilleados, de vivir «hacia fuera». Son, además, un invento reciente y, en este canto de sirena, la mayoría de nosotros hemos caído siendo ya adultos. ¿Nos hemos parado a pensar en lo que puede afectar a nuestros hijos crecer expuestos a ellas?

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Y, si quieres contarme tu punto de vista o tu experiencia, me encontrarás siempre al otro lado en comentarios o en redes 🙂

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