Crepes caseras con uvas y fresas

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Foto: ©Unamamadeotroplaneta

Lo confieso. Me chiflan las crepes. Cuando era adolescente, amparada en este metabolismo de triturador de basura de Los Picapiedra que tengo y que me hace quemar las calorías antes de olerlas, hubo una época en la que me las llegué a tomar casi a diario. Llegaba de clase, me metía en la cocina y salía con cinco o seis crepes que no me duraban más tiempo del que había tardado en prepararlas. Después vino la época de anfitriona. Persona que venía a casa, persona que acababa sentada en la mesa tomándose unas crepes mientras yo la miraba con mirada complacida de Mamma italiana junto a los fogones.

Son tan fáciles de preparar, ricas y versátiles que cualquier excusa es buena para sacar el bol y ponerse al lío. Además, y esto lo he descubierto en la etapa actual, son geniales para preparar con peques. ¿Te animas? Pues venga, que hoy te traigo una merienda super molona y apetecible a base de crepes muy, muy saludable.

Las crepes son, básicamente, una masa cocinada que sirve de envoltura al relleno que queramos ponerle. Las más frecuentes son dulces pero también pueden ser saladas y conformar una comida completa (por ejemplo: crepes de espinacas, bolognesa y bechamel). En este caso, mi propuesta es dulce pero, ojo, sin necesidad de echar ni un gramo de azúcar.

A diferencia de las tortitas americanas, las crepes francesas son muy finas y sutiles.

¿Qué necesitas? (para 8-10 crepes aproximadamente)

Para la masa:

  • 1 taza de harina blanca (o integral, si lo prefieres)
  • 1 taza de leche
  • 1 huevo
  • 1 cucharada de margarina o mantequilla derretida (o aceite de oliva si las crepes son saladas; en las dulces, su sabor destaca bastante)
  • 1 chorrito de brandy (si los peques son muy peques, lo puedes eliminar)

Al principio, mi receta para la masa llevaba una cucharada de azúcar, en el caso de hacer crepes dulces, y una pizca de sal en el caso de hacer crepes saladas. Pero con el tiempo lo eliminé y la dejé neutra e introduje los sabores en el relleno. La verdad es que me he acostumbrado a comer con poca sal y casi nada de azúcar y no necesito potenciar los sabores dulce-salado pero, si te gusta, puedes añadírselo.

Para el relleno:

  • 4-5 uvas por crepe
  • 1-2 fresas por crepe
Preparación

Corta las fresas y las uvas en trocitos muy pequeños con unas tijeras.  Reserva en un bol para rellenar las crepes cuando las tengas hechas.

Truqui: Si quieres que queden más dulces sin necesidad de echarles azúcar, prepáralas unas horas antes metiéndolas en un bol con un poquito de agua (que cubra una quinta parte como mucho), deja reposar y mezcla con un tenedor. Quedará un juguito natural que potenciará su sabor.

Llena de harina una taza grande de desayuno y échala en un bol.

A continuación llena la misma medida de leche, añádela al bol y remueve con una cuchara de madera hasta conseguir una mezcla homogénea y sin grumos.

Añade el huevo entero y remueve hasta mezclarlo con la masa anterior.

Calienta una cucharada de margarina en una sartén hasta que se derrita y añádela a la masa. Remueve hasta que la mezcla vuelva a ser homogénea.

Añade un chorrito de brandy. Remueve.

Truqui:  El secreto de unas crepes está en la consistencia de su masa. Ajusta con la leche y la harina hasta tener la densidad perfecta.

Si es demasiado densa, y te cuesta remover con la cuchara, al echarla en la sartén quedará demasiado gruesa y la zona central mantendrá un poco el sabor en crudo. Si es demasiado líquida y no notas ninguna resistencia, al echarla en la sartén quedará demasiado fina, se harán «agujeritos» con el calor y quedará tostada e inconsistente. La leche, la margarina y el brandy volverán más líquida la masa: si necesitas volverla ligera, añade un poquito de leche y ajusta. La harina y el huevo la espesarán: si necesitas volverla más densa, puedes ajustar con harina, teniendo mucho cuidado de que no queden grumos al añadirla a la masa ya mezclada.

Una vez tengas la masa, pon una sartén a fuego medio y, con una cucharilla de café, echa una pizca de margarina y repártela por todo el fondo para que la masa no se pegue.

Llena un cucharón de masa y échalo en la sartén hasta cubrir el fondo. No lo hagas de golpe ni lo eches todo sin más, se trata de cubrir el fondo con la menor cantidad posible de masa. Si mueves el cucharón por la sartén es muy fácil que eches de más. Mejor deja el cucharón quieto y mueve la sartén para repartir la masa según va cayendo. Con la práctica y la experiencia, combinarás los giros de ambas muñecas para mover todo a la vez.

Cuando veas que la masa deja de verse líquida y, sobre todo, amarillea, es que la crepe está lista para darle la vuelta. Si no le tienes cogido el punto, levanta con cuidado el borde para ver cómo de tostada está. Déjala un poco menos por la otra cara, pues al estar medio cocinada se tostará más rápido.

Repite el proceso y ve colocando las crepes ya preparadas una sobre otra en un plato grande para que el calor de las nuevas mantenga el de las primeras y sirve en cuanto las tengas listas. Rellénalas al gusto y… ¡a disfrutarlas!

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Y, si quieres contarme tu punto de vista o tu experiencia, me encontrarás siempre al otro lado en comentarios o en redes 🙂

 

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