Talibanes de la contramarcha

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Foto: Pixabay

Es chula, la imagen, ¿eh? No he podido resistirme. Es la cara que se me queda cada vez que escucho algo sobre los «talibanes de la contramarcha». Tal cual.

Yo entiendo que estamos en un país que lo polariza todo y que la crianza no se escapa a ese matamoscas que te clasifica de golpe sin más miramientos. Teta/biberón, colecho/Estivill y,así, con todo. Nos es más fácil etiquetarnos en los extremos, que ahí se nos ve mejor, con más claridad. Es muy de aquí, como las tapas y el fútbol.

Yo lo entiendo, de verdad que sí.

También entiendo que, en crianza, están los normales y los raritos. Los que hacen lo que se ha hecho así Toda La Vida y los que hacen algo diferente. La mayoría pesa. La cantidad pesa. La tradición pesa. La inercia pesa. Y los que hacemos algo diferente, o decimos algo diferente, en cualquiera de las áreas relacionadas con la crianza (apego seguro, educación montessori, colecho, lactancia prolongada, porteo ergonómico, seguridad a contramarcha…) tenemos que avanzar contra ese peso.

Yo lo entiendo, de verdad que sí.

Y entiendo que, cuando se camina contracorriente, es esperable (diría que inevitable) recibir algunos empujones inintencionados: vamos al revés y nos chocamos. Pero algunos son codazos con toda las de la ley. Las campañas de desprestigio, las descalificaciones, la mofa, el insulto. Lo nuevo amenaza porque contradice lo que estoy haciendo, lo que pienso o en lo que creo. Lo nuevo amenaza porque crea inseguridad y miedo, algo que a nadie nos gusta sentir. A veces, lo nuevo amenaza, directamente, porque se carga un negocio montado sobre la desinformación.

Yo lo entiendo, de verdad que sí.

Pero todo tiene un límite.

Vivimos en una época en la que da igual usar una palabra que otra, en la que las expresiones y las definiciones se viralizan en cuestión de minutos (aterrador) y en la que todo vale en el territorio comanche que son las redes sociales. Y, por eso, cuando defiendes algo en lo que crees y que va contra lo establecido mayoritariamente (diciendo que la lactancia es lo más saludable, que portear con mochilas colgonas es perjudicial, que la seguridad viaja a contramarcha) algunos se creen con el derecho de llamarte talibán. Talibana de la lactancia, talibana del porteo, talibana de la contramarcha. No me los han llegado a llamar directamente y a la cara pero estoy segura de que más de uno y de dos me ha clasificado internamente así en algún momento, sólo por ver el tema que trato y ver que lo defiendo (aunque lo haga desde el respeto más absoluto). Ya ves, voy acumulando titulaciones 🙂

Pero el asunto es serio.

¿Alguien, de todos los que utilizan esa expresión, tiene idea de lo que son realmente los talibanes?

¿Alguien, de todos los que insultan con ese término, se para a reflexionar honestamente en lo absolutamente desproporcionado, ofensivo e inmoral que es tachar a alguien de talibán por defender un concepto?

¿Alguien, de todos los que te arrojan esa BARBARIDAD a la cara, es consciente de lo que está diciendo?

Hablamos todo el tiempo de poner límites a los niños pero muchas veces somos los adultos quienes los necesitamos. Los que los olvidamos. Los que los cruzamos. No podemos tirar de términos tan atroces para etiquetar a un padre o una madre que defiende su modelo de crianza. No podemos atacar así, sin saber ni lo que decimos, pervirtiendo una palabra SERIA, con mayúsculas, para convertirla en una mofa ridícula.

Quienes defendemos que hay que viajar a contramarcha no somos talibanes de nada. Sólo somos personas concienciadas, padres y madres que hemos tenido acceso a una información que nos ha aterrado e intentamos difundirla para que el desconocimiento no siga llevándose peques por delante. No sólo los nuestros. Mi hija viaja segura, pero no quiero pararme ahí. Quiero ayudar. Quiero que el resto de peques lo haga también, que ninguno viaje en peligro, que ningún otro muera, o le tengan que extirpar órganos, o quede tetrapléjico por viajar en una silla que no es segura en caso de accidente. No por la silla, sino por la dirección en que va orientada.

¿Crees que son ejemplos hipotéticos? ¿Crees que es alarmismo? No. Estos tres casos son casos reales, son nombres reales de niños de entre dos y tres años que han vivido un accidente y han sufrido lesiones que no habrían tenido viajando a contramarcha: Gabriel, Marco, Sara. ¿Cuántos nombres estamos dispuestos a acumular? Yo lo tengo claro: ninguno más. Y no soy la única.

Y es por eso por lo que seguimos defendiendo la seguridad a contramarcha. Es por eso por lo que destinamos un tiempo cada vez más alto de nuestras vidas a informar a la gente que aún lo ignora o a pasar documentación a quienes no se lo terminan de creer. Es por eso por lo que estamos buscando (y consiguiendo) el apoyo de los medios de comunicación, buscando el camino para llegar a la gente, a gran escala.

Porque, una vez que abres esta puerta no puedes volver a cerrarla. Cuando ves lo que sucede con una silla a favor de la marcha en un accidente, no puedes cerrar los ojos y olvidarlo. Cuando ves que la mayoría de la población lo desconoce y lleva a sus peques, a los que más ama en el mundo, en peligro, sin tener ni idea, no puedes quedarte quieto. Necesitas avisar. Necesitas ayudar. Necesitas impedir que ocurra otra vez lo que nunca debería haber ocurrido. Porque era evitable.

Por eso luchamos. No para molestar a nadie, ni para imponer nada, sino para proteger a los peques. Sólo eso.

Porque esto es algo muy serio. Porque es algo en lo que nuestros hijos se juegan la vida. Porque es importante que la información llegue. Porque merece la pena. Aunque nos suponga tiempo. Aunque nos suponga esfuerzo. Aunque nos suponga el disgusto de que nos llamen talibanes.

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Y, si quieres contarme tu punto de vista o tu experiencia, me encontrarás siempre al otro lado en comentarios o en redes 🙂

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4 comments

  1. Paula says:

    Yo digo ¡olé tú! Como bien dices, los cambios siempre son conflictivos (ya sea por el cambio de mentalidad como por los inntereses económicos de algunos). Pero la seguridad está por encima de todo. A mi de pequeña me llevaban en el asiento trasero de un coche sin cinturón, porque era lo habitual hace 30 años. Pero ahora a nadie se le ocurriría, no? Pues lo mismo pasará con las sillas a contramarcha (espero). Llegará un día (espero que cercano) en que ya no se discutirá sobre el tema. Y si mientras tanto nos quieren llamar talibanes, que lo hagan. Que me llamen lo que quieran, mientras no haya más peques en peligro, eso es lo que realmente importa 😉 Voy a ser mamá dentro de un mes, y gracias a campañas como la tuya siento que estoy haciendo lo mejor para proteger a mi niña, y eso es algo que nunca os voy a poder agradecer lo suficiente. Sigue así, somos much@s los que te apoyamos!

    • Carita says:

      Hola Paula! Muchas gracias por tus palabras! Me alegro inmensamente de que la información te haya llegado a tiempo para tu niña, que viajará segura desde el primer momento 🙂 Por mi parte, seguiré poniendo mi granito de arena a la concienciación y sensibilización de este tema tan importante. Un abrazo!

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