Dormir o no dormir, ésa es la cuestión

mi hija se despierta muchas veces

Bueno, pues aquí viene nuestra odisea con el sueño o, más bien, con su ausencia. Puedo decir con todas las letras que he vivido los meses más agotadores y duros de mi vida. Dieciocho, para ser exactos. Así que con este post inicio una serie sobre sueño infantil, asunto del que tristemente soy una experta, y hablaré de nuestro caso particular, del sueño de los bebés en sus diferentes etapas evolutivas, de las ventajas y desventajas del colecho, de lactancia nocturna vs destete nocturno, de las cosas que hay que oír cuando tu bebé no duerme, y un largo etcétera.

Este primer post es difícil para mí, en primer lugar por lo que he sufrido con este tema y, en segundo lugar, porque yo no estaba preparada para algo así. ¿Cólicos? Había leído mucho, me lo esperaba. ¿Dentición? Ídem. ¿Rabietas? Más de lo mismo. Pero… ¿problemas con el sueño? Eso me sonaba a chino mandarín. Quizá porque yo de bebé era una ceporra y dormía seis horas seguidas desde los veinte días de vida y más de once seguidas con siete meses. Por alguna razón, daba por hecho que mi hija sería una miniyo igual de dormilona. Y, de hecho, así fue al principio. Pero todo se truncó a los dos meses y medio. Hasta ese punto todo era lo normal, con una generosa dosis de buena suerte.

Cierto que nació chiquitina y nos hicieron despertarla cada dos horas para darle el pecho hasta que alcanzó los tres kilos de peso y nos pudimos relajar. Cuarenta minutos de toma más diez de sacar gases más diez de cambiar pañales nos dejaban una hora escasa entre tomas, pero cuando acabas de tener un bebé, yo qué sé, todo es surrealista, casi onírico. Es como si vivieras un sueño extraño y maravilloso y te da igual ocho que ochenta. Y te pilla fresco. Aguantas. Cierto también que sufrió cólicos y vivimos piel con piel durante unas semanas (por suerte, en pleno verano), pero cuando lográbamos que se durmiera, dormía.

Es decir, todo iba bien. Muy bien, de hecho. Cada noche dormíamos el sueño de los justos. Al principio, entre tomas, pasaban tres horas. Luego cuatro. Cinco, seis, siete. Hasta ocho horas seguidas hilábamos ya cuando tenía dos meses. Y no era por no enterarnos de posibles despertares. En aquella época la peque dormía en la cama, entre papá y yo. En cuanto se agitaba mínimamente boqueando cual pececillo la cogía en brazos, nos íbamos al sofá y disfrutábamos una toma maravillosamente tierna, ella medio dormida, yo acariciando sus deditos suaves y elásticos, saboreando la paz de sentirnos tan conectadas. Solían ser las cuatro o cinco de la madrugada, pero no habría cambiado esa toma por nada del mundo. Claro que, en aquella época, yo también dormía.

Tras esa primera toma nos echábamos dos o tres siestas, ya con despertares algo más frecuentes. Y amanecíamos descansadas y felices (papá ya se había ido a trabajar, un poco menos descansado y un poco menos feliz).

No sólo dormíamos bastante tiempo seguido, sino que el sueño era plácido. Se dormía tranquila, bien al pecho, bien en brazos, bien sola en la cama, el capazo o la silla del coche. Dormía profundo, podíamos tener la tele puesta, hablar, hacer ruidos razonables.

Y comenzó el calvario.

La hemos llevado a todas las terapias alternativas a las que dimos crédito, nos hemos gastado cantidades que prefiero no sumar para no sufrir un jamacuco de los buenos, hemos consultado a médicos y no médicos, hemos rastreado toda la información disponible en internet (que es mucha) y aún hoy no sé qué fue lo que pasó.  Pero fue llevarla a las primeras vacunas, cuando tenía dos meses y medio, y nuestra vida se fue al infierno.

Las primeras noches ni me preocupé. Estaba preparada para la famosa crisis de lactancia de los tres meses. Pero, después de tres semanas, la niña seguía removiéndose por las noches, se despertaba llorando, se quejaba durante el día y empezó a desarrollar resistencia al sueño. Como si tuviera miedo. Nos pilló en la playa, de vacaciones. Papá se la tenía que tumbar encima, sentado en la silla de playa (que por suerte es muy cómoda y se reclina), y acunarla con mimo mientras lloraba a rabiar, hasta que se dormía. Menudas vacaciones tuvo el pobre. Todo el día bajo las sombrillas con la peque encima envueltita en su arrullo para que no le diera ni una pizquita de sol, sudando la gota gorda y leyendo su ebook como podía. Volvió a Madrid blanco, y también «negro».

No tardamos ni un día en ir a la pediatra. Le miró los oídos, la garganta. Diagnóstico: «Está como una pera». Discúlpame, pero una pera que sufre, que llora y se queja de una forma que, como madre, sé en mi fuero interno que no es normal. Así que nos fuimos con nuestra pera a la osteópata a la que habíamos acudido con los cólicos. Diagnóstico dos: «Tiene un pequeño bloqueo en el bronquio derecho, probablemente por una cepa de vacuna que no ha podido procesar». La trató, nos fuimos para casa y, por primera vez en tres semanas, durmió seis horas seguidas otra vez.

Recuperamos cierta normalidad, aunque después de una semana volvió a tener pequeños desajustes. Si te digo la verdad, ya ni recuerdo cómo fue. El último año y medio de mi vida flota en una nebulosa. Sí recuerdo que la cosa aún no era demasiado mala, siempre caía al menos un sueño largo de mínimo cuatro o cinco horas, y alguna noche volvíamos a alcanzar las seis. Parecía que lo superábamos. Y volvieron a tocar vacunas.

Todo mi ser me dice que la clave está ahí. ¿En qué en concreto? No lo sé. ¿Vivió de forma traumática las primeras y cada vez que volvíamos se desajustaba? ¿Le afectaba alguno de los excipientes? ¿Se alineaban los planetas y era esa conjunción astral la que nos volvía a mandar las noches al carajo? Son preguntas que me acosan, aunque intento no pensarlas, pues nunca las podré responder.

En cualquier caso, no sé la niña, pero nosotros nos acojonábamos cada vez que se acercaba la siguiente fecha. Suponía un retroceso. Ahora, el sueño largo no duraba más de tres o cuatro horas. Y el de seis horas aparecía una vez cada dos semanas, de media. Ya no se dormía sola. A veces no podíamos dormirla ni en brazos, ni al pecho. Y no podíamos hacer nada, el menor ruido la despertaba. Durante varios meses mi día consistió en dormirla y mantenerla dormida. A veces eran días buenos, lo conseguía. Otros, ni eso. He llegado a pasar DOS HORAS dedicada exclusivamente a dormirla. Y no porque me diese a mí la gana, son las cuatro treinta, a dormir. Mi niña llorando de sueño, rascándose los ojos, desesperada. Y yo llorando de impotencia, desesperada también. Cuando por fin lograba dormirla, te juro que sentía ganas de tirarme por la ventana. Es una situación desquiciante que te deja vacía de fuerzas, de esperanzas y de moral. Multiplica esto por tres siestas diarias y te podrás imaginar la no-vida que he llevado durante meses.

A partir de Junio, empecé a hacerme pedazos. Yo, porque me he dejado la vida y la salud en garantizar que la niña sí durmiera todo lo que necesitaba dormir. Ella siempre ha estado bien. Ha sido mi prioridad. Ésa y sobrevivir. Pero a partir de Junio, como decía, la cosa se volvió inhumana. Empezó a despertar cada hora y media, cada hora, cada media hora. Diez despertares por noche. Once despertares por noche. Durante meses. Y aquí sí que te lo tengo que resumir, porque ni me acuerdo. Todo está velado por la pátina del sueño. Del sueño extremo. De cuando te estás durmiendo y te dicen «oye, espera, mira esto», y levantas los párpados como puedes, porque te pesan una tonelada.

En algunas épocas, papá hacía relevos. Se quedaba de guardia la primera parte de la noche y cubría los primeros dos o tres despertares, hasta que la niña no se volvía a dormir si no era conmigo. Se la tumbaba encima varias horas. Hacía cuanto podía. Y yo lo aprovechaba cuanto podía también, porque llegó un punto en que dormía en un continuo sobresalto y me despertaba cada hora igualmente. En otras, sin embargo, sólo funcionaba mamá. Y la teta. La teta mágica. Y ésas me las tenía que comer con patatas yo sola.

Alrededor de los diecisiete meses la cosa empezó a estabilizarse unos mínimos, pero ya era tarde para mí. La peque empezó a aguantar de nuevo tres o cuatro horas algunas noches mientras yo miraba al techo con los ojos como platos, de nuevo con ganas de tirarme por la ventana. Menos mal que tenemos mosquiteras. Necesité que el neurólogo me recetase algo compatible con la lactancia para poder dormir. Ya no mucho o poco, bien o mal. Dormir, sin más.

Cuando todo mejoraba tuvimos un poco de mala suerte. Una pielonefritis que provocó una pequeña regresión general: sueño, comida, teta, contacto. Y yo ya no pude más. Hicieron falta cuatro pequeños incidentes domésticos, en los que vi que mi integridad física y mi salud peligraban, para que me viera obligada a hacer un cambio más drástico en nuestra rutina. Porque yo estoy dispuesta a invertir vida en mi hija y en su bienestar, pero para hacerlo es preciso SEGUIR VIVA, y de haber continuado por el mismo camino no sé yo cuánto habría durado eso.

Así que papá se puso la capa, alzó un brazo al cielo y acudió al rescate. Hoy puedo escribir todo esto porque mis neuronas han empezado a revivir y vuelvo a ser persona, y lo soy porque llevo casi dos meses durmiendo sola en otra habitación y recuperándome. La niña duerme con papá y se apañan razonablemente bien (también ayuda el «factor leño», papá es difícil de despertar). El cómputo general de sueño familiar se mantiene en valores positivos. Y por fin empezamos a ver la luz al final del túnel, aunque aún no hayamos llegado.

Para esto, fue necesario por pura logística un destete nocturno, del que hablaré con más calma en otro post, porque éste ya parece El Quijote y porque es un tema importante que requiere su tiempo y su espacio. Si estás en la situación en la que yo he estado, puede que te lo estés planteando. Espero que nuestra experiencia pueda ayudarte. Lo hemos hecho con el máximo cuidado y respeto, como todo lo demás, y la adaptación ha sido buenísima. Claro que la chiquitina es un ángel.

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16 comments

  1. Diana says:

    20 meses y media y seguimos con la teta, así que los despertares nocturnos y mamá zombi siguen… a veces también me desespero fruto del cansancio, de no saber que hacer, de que casi todo el mundo vea normal que duerman como un tronco, y después leo a tanta gente en blogs a la que le sucede lo mismo… al menos me queda el consuelo de no sentirme tan sola.

    Ahora me estoy planteando como hacer para que empiece a dormirse un poquito más solo, sin que lo tenga que tener cogido en brazos, pero a la vez no quiero hacer nada que le ponga triste o le haga sufrir, y de llorar ni hablamos.

    • Carita says:

      Hola Diana! Lo de no dormir es una tortura. Mi consejo desde mi experiencia es que busques un punto de equilibrio, si se puede, o una frontera, si no se puede. Duerme el mínimo que necesites, y no temas hacer cambios si son necesarios. Cuando las cosas se hacen de forma consciente y sintiendo que es el paso correcto, la adaptación es mucho mejor de lo que imaginas. Y piensa que sintiéndote así todos los cambios serán cambios respetuosos. No los temas. Escúchate. Igual te ayudan los posts que tengo sobre el destete nocturno, no tanto para hacerlo o no como para ver un poco de luz en un proceso de cambio cuando hace falta. Un abrazo!

  2. Yolanda says:

    Hola: tenemos dos peques de 4 años y 21 meses que son la noche y el día en todo. Digamos que el pequeño existe porque su hermana lo pone todo muy fácil, y nos animamos creyendo que la historia pudiera repetirse… Nada más lejos de la realidad. El peque ni come no duerme… Y créeme que ambas cosas son horribles, pero para mí que siempre he sido una manta zamorana, no dormir me tiene desquiciada.
    Las noches son una lotería: y las mañanas con el ojo pegado un desastre. Con el handicap de tener a otra peque la cosa se complica. Existe un exceso de incomprensión en general con el tema y un superávit de consejos bien-intencionados-que-nadie-ha-pedido, y que por lo menos a mí me ponen de mal humor (si sumo los de la comida me quedo sola)
    En fin… Al final nosotros hemos decidido dormír separados también, pero en nuestro caso, yo con los peques y papi en otra habitación … Porque, el pequeño, duerme literalmente encima de mí: y así dormimos los dos los ratos que tiene a bien dormise, y el papi que se levanta hiper temprano y tiene que desplazarse 100km todos los días para ir a trabajar, no se duerme por el camino. La niña, que supongo es una marmota como lo era la madre años ah… Duerme del tirón sin que los llantos le despierten… Cosa de agradecer… De momento aguantaré el tipo, creo. El pecho es un tema que influye, claro. Pero de momento no tengo el desazón de destetarlo (aunque hay noches… Que me desespera).
    Espero que esto pase pronto… Pero no quiero olvidarlo, porque no me gustaría ser insensible a quien le llegue a pasar después.
    Un beso y felices sueños

    • Carita says:

      Hola Yolanda! Gracias por compartir tu historia… Menos mal que tu peque mayor duerme tan bien que ni se despierta con el bebé! Sí, tienes razón, hay mucha incomprensión y poca empatía, muy poca gente INTENTA ponerse en el lugar (no es lo mismo decir «no he dormido bien esta noche» que decir «llevo dos años sin dormir») y aun intentándolo, creo que sólo puede comprenderte quien esté pasando por ello o lo haya vivido en algún momento. Nosotros ya dormimos todos juntos de nuevo pero hubo una etapa en que en mi casa hubo todo tipo de combinaciones. Sólo nos faltó meternos a dormir en la nevera por si el fresco ayudaba. Respecto a la teta, nadie mejor que tú para saber si sientes que es el momento de quitarla o no por la noche. A mí me costó horrores llegar a esa decisión y fue porque necesitaba irme yo a dormir a otra habitación o me daba algo ya, pero en serio. Escúchate y tendrás todas las respuestas que necesites 🙂 Ánimo, según crezca tu peque se irán regulando las cosas. Un beso grande!

  3. Priscila says:

    Pues imaginemos esto junto con que la única vez que Pollito a dormido 6 horas seguidas en sus 16 meses fue un solo, misero día. Ha ido empeorando. El día que duerme 3 horas seguidas es una fiesta casi. Se levanta normalmente cada dos horas o menos. Yo creo que la teta es genial, pero yo ya no puedo mas… Es duro esto. Y repito que el nunca ha dormido seguido exceptuando un dia. Cuando era bebe eran las primeras 4 horas y ya cada dos. Ahora es peor. Me pasa igual, temo por mi estado zombie…. E influye en todo. A nosotros lo que nos pasa es que por la noche o es mami, o se lía bien… Llora muchísimo. Lo hemos intentando pero siempre acabo yendo porque considero que es mucho llorar. Pollito tiene mucho carácter y no sabemos que hacer….

    • Carita says:

      Es duro, sí. No lo sabe nadie si no lo vive. Si tu pollito tiene 16, un destete nocturno es valorable (hasta el año es recomendable no hacerlo, o sustituir en todo caso por lactancia artificial, pero no retirar la alimentación nocturna porque puede ser una necesidad alimenticia o metabólica), pero eso debes valorarlo tú. Sentarte, buscar calma en tu interior, en tu cabeza, buscar tus respuestas. Valorar lo que ganas y lo que pierdes en cada opción y lo que supone en el cómputo general de tu familia. Bichito se adaptó muy bien al destete nocturno. Lo hicimos con el plan padre, yéndome yo a otra habitación y durmiendo ella con papá. Mucho consuelo, mucha empatía, mucho amor, mucha paciencia. Porque hay que ser consciente de que le retiramos algo que necesitan, a algún nivel. Ahora bien, aunque el peque cuente más que nadie en la familia (en mi sentir es así, especialmente estos primeros años, ella es lo primero) no es el único que cuenta. Esto es importante. Él puede ir primero pero vosotros dos también estáis. Y también tenéis que meteros en la valoración de la situación. El desgaste excesivo de un miembro de la familia perjudica a la familia entera. Tenéis que buscar una fórmula en la que todos estéis bien. Y eso es complicado, ¿cómo valorarlo? Sólo tú sabes lo que te pides por dentro, lo que necesitas, dónde está tu «hasta aquí». Pero no te olvides. Eres muy importante. Mamá debe estar bien. No temas a los cambios, sólo son cambios, y adaptarse a ellos forma parte de la vida (has leído la serie sobre el destete nocturno? Tal vez te aporte algo de luz.) Ánimo. Todo pasa. Y, mientras pasa, siempre tenemos opción de cambiar o ajustar el rumbo si lo necesitamos. Te mando un gran abrazo

    • Verónica Sánchez says:

      Hola mamá. Estoy leyendo tu comentario en el…. Sexto? Séptimo? Despertar de mi hijo. Me pasa exactamente igual, solo uno día ha dormido 6h (el día de Nochebuena!). Empezó durmiendo 2 y 3 y a los 4 meses d fue para atrás, hora y media, hora, media hora, con suerte 2h…y los escasos momentos de 3 son una fiesta. He probado coach de sueño pero nada, alguna recomendación??? Mil gracias y ánimo

  4. mar says:

    Buenas, antes,que nada , decir que os he descubierto hace poco y me encanta todo lo que escribes. Respecto al sueño, mis dos niños de recién 2 años y casi 4 , también han sido muy malos para dormir , con muchos despertares. En mayo , destruye a la pequeña de noche, y a partir de ahí duermen casi del tirón, salvo algún pipi o pesadilla. Todo un logro, ya que la pequeña se despertaba unas 4 veces por noche como mínimo.
    Nosotros colechamos, y estamos contentos Y felices de hacerlo, pero de un tiempo a esta parte se me hacéis largo el tener que esperar a que se duerman para poder levantarme de la cama y hacer un poco de vida con mi marido, ya,que a veces estoy 45 minutos para que se duerman sin poder moverme,no tener luz, ni leer ni nada, mientras me tocan la cara y me Dicen que me quieren hasta q se cansan ( suena muy bonito y Lo es, pero mejor si fueran 5 minutos y se quedarán dormidos solos). He pensado en regalarles un peluche o.algo, pero no se que hacer, quiero seguir colechamos, pero sin tener que acostarnos todos a la misma hora. Algún consejo?

    • Carita says:

      Hola Mar. Consejos, qué delicado en crianza… 🙂 Con el mayor es más fácil intentar hablar la situación pero tal vez puedas llegar a acuerdos con ambos. Sentarte con ellos y explicarles que te encanta dormir todos juntos pero que tú eres mayor y te acuestas un poco más tarde que ellos. Decirles algo como: así no estoy muy a gusto, ¿cómo se os ocurre que lo podríamos solucionar? ¿Os gustaría que compremos un peluche para cada uno y dormiros con él? ¿O que mamá se tumbe un poquito con vosotros y tengamos unos minutos muy bonitos para dormirnos felices y luego os dé un beso y salga, y vais durmiendo hasta que mamá venga a acostarse para dormir un poco más tarde? Es decir, compartir con ellos tus necesidades y hacerles partícipes de la búsqueda de soluciones. Además de ser una forma respetuosa de manejar la situación transmites mensajes valiosos: el bienestar de los demás es importante, buscamos soluciones con las que todos estemos a gusto, nos queremos y nos cuidamos unos a otros. Enseñas a actuar desde el respeto, a ceder para buscar un punto de acuerdo, a encontrar nuevas soluciones a los problemas… Si sólo se trata de una preferencia y estás empezando a querer un cambio pero no «urge» yo lo haría así. En caso de que sea una Necesidad para ti que la situación cambie ya, al expresarlo debes explicarlo para que tus peques comprendan que mamá necesita hacer las cosas distintas y hay que adaptarse a eso (aunque también ofrezcas opciones, pero ya más acotadas). Espero que te sirva de algo mi reflexión, un abrazo!

  5. Mister says:

    Buenas, querría poner mi comentario como padre, ya que normalmente este blog es de madres, pero os aseguro que algunos padres también vivimos malas experiencias con esto del NO dormir, y eso que cuando estoy cansado y cierro los ojos me duermo hasta de pie si hace falta…
    Bueno todo comenzó un día que Junior le dio por aparecerse en mi vida, un 2010.
    La primera noche de su vida parecía un sueño, si todas son así (algún cambio de pañal, es lógico [nadie habla de esas cacas verdes primeras]) y la noche se sucedió ‘bastante’ normal.
    El segundo día de vida ya fue cuando mi mujer y yo nos dimos cuenta que en realidad el primer día la epidural era la causante de aquella ‘noche de relax’ porque mi hijo no paró de llorar toda la noche, hicieras lo que hicieras… Además a mi mujer la leche no le había subido y los biberones falsos que me ofrecieron de sustitución no parecía que les gustara… tras varias intentonas parece que mi Junior por fin comía, esto fue tras varias horas y horas de consuelos.
    Cuando llegamos a casa la idea nuestra fue que la cuna estuviera pegada a la cama nuestra, ya que con las tomas nocturnas no os queda otra a las madres que despertarse (a no ser que deis bibe desde el día 1) Nosotros optamos por este método, cuna en la habitación, nuestra rutina fue de despertar dos veces todas las noches, pero nuestro hijo también se empezaba a despertar sin motivos aparentes cada intervalo de tiempo… a veces 5 minutos, 10, 30 o X….
    Que si el chupete, que si cuando se mueve nota gases, que si se hace pis… Siendo además primerizos no sabes hasta que no te encuentras metido en el FREGAO qué te espera realmente… Como mi mujer se despierta y no es capaz de dormirse de nuevo, yo era el encargado de levantarme y averiguar qué le pasaba a mi hijo para que siga durmiendo.
    Una semana me llevó coger y ‘crear’ un sistema mediante el cual mi hijo se quedara quieto en una postura cómoda sin que se le cayera el chupete, parecía que cuando se le caía de la boca empezaba a llorar… Creo que aquí sacó su primera adicción: adicción al chupete! Si lo perdía o se le caía lloraba…
    Como la desesperación puede con uno acabas por ceder y mi hijo ha tenido tete la friolera de 4 años… Bueno, a este punto llegaré más tarde.
    Pasado los dos primeros meses ya consigues una rutina, más o menos ‘normal’ en la que sabes que si se despierta por la noche y no toca toma y llora es que no tiene el tete, te acercas, miras si se ha manchado, que sí, levantarle y cambiarle… (sobre esto también habría mucho que hablar en tema de pañales) y si todo sale bien cuando le llevas a la cuna se duerme, mi mujer aprovechaba para darle la toma si tocaba, si no pues ya se despertaría, hasta que con 4 meses sufre una mastitis que la hace tomar la pastilla de corte de leche y empezamos con la leche en polvo… 4 meses en los que dormíamos regular, como cualquiera que hables, pero justo empiezo a trabajar… Ahora añade que trabajo de 8-19H, tengo que salir de casa a las 7:20 y llego sobre las 20H, intento ir a comer de vez en cuando a casa ya que vivo en el centro. Pues estos meses son nebulosas en mi cabeza. Las noches, al tomar biberón, ya me despertaba yo siempre a darle el biberón, menos el finde, ya que de día mi mujer estaba en casa.. Hasta los 7 meses que ya volvió a trabajar, y tuvimos que hacer lo posible por llevarle a una guardería, este es otro tema que también llevaría varias horas de tratamiento.
    El caso, digamos que durante el primer año no hubo una sola noche que durmiéramos 2-2,5H seguidas, aprovechábamos el finde para descansar, dormir toda la tarde uno y luego el otro, a veces nuestro hijo dormía mejor las siestas que por las noches.
    Al llegar al año de edad estaréis pensando que cómo es que no le cambiasteis de habitación todavía… (jajaja) pues mira, teníamos un serio problema logístico y es que la habitación de nuestra casa tenía un pasillo mortal, de unos 15 metros de largo, teniendo en cuenta que nuestro hijo necesitaba que al menos dos veces por la noche nos levantáramos a darle el bibe o a cambiarle… pues la razón nos decía que mejor en la habitación con los papis… Podéis daros un poco idea de lo que hace esto con la vida en pareja…
    El caso es que parece mentira pero así estuvimos más o menos acostumbrados, empezó las papillas y ya no quería biberón nocturno, esto fue justo al empezar el año y medio (la verdad es que tengo blancazos por lo que no os puedo decir la fecha exacta) Pero Junior no quiso ya más biberón nocturno, lo cual me hubiera sentado genial si no fuera porque todas las noches, y recalco: TODAS se despierta y bebe agua, aunque tome 1 botella entera antes de irse a la cama (cosa comprobada) a eso de las 2-3 de la mañana se levanta pidiendo agua, a esta edad da igual que le expliques donde esta el agua, que puede cogerla él sin despertarte o que no grite para pedirla.. pero son niños muy pequeños, y si se le caía el chupete por la noche también te despertaba pidiéndotelo, ya teníamos 3 en la mesilla para ir dandole el que fuera, muchas veces oías cómo caían al suelo porque los lanzaba… estaba claro que quería atención…
    Asi que hasta los 3 años esa era la rutina, y puse mucho empeño cuando dejó de hacerse pis por la noche (que lo hizo solito sin ayuda) en que dejara nuestra habitación de una santa vez… pero llegó una mudanza que tocó hacer y se descabaló un poco el tema, ya dejé pasar unos meses más, y en diciembre del 2013 papa noel se llevó los chupetes, así se acabó el tema de los chupetes, las noches volvían a ser algo mejores, nuestro hijo ya era más sencillo razonar con él, y decidí llevarle a la nueva habitación con nubes, luces azules nocturnas y unas pegatinas de planetas… Pero daba todo igual, él quería que estuvieras on él hasta que se durmiera, accedíamos sin problema, a veces dormía en 5 minutos, otras en 30… contábamos cuentos, ovejas o incluyo yo me ponía a trabajar en mis páginas web.. Cuando estaba profundamente dormido el que estuviera con él se marcha de la habitación y le dejaba solo, entonces teníamos algo de tiempo para estar juntos mi chica y yo, ver Walking Dead o lo que fuera, pero a eso de las 2-3 mi hijo se despertaba, bebía agua él solito y nos empezaba a llamar, al principio un poco luego a gritos… Intenté razonar con él que dejara lo de llamarnos que encima estando en la habitación en la otra punta de la casa no se le oía ni gritando… (esta habitación estaba no solo más lejos que en la casa anterior, tenía un problema de ruidos y oíamos mucho el tráfico de la calle por lo que llevábamos tapones en los oidos) asi que nuestro chavalin le daba por levantarse y venir CORRIENDO a por nosotros a la habitación, nos empezó a dar por pensar que eran terrores nocturnos pero él nos decía que no, que no tenía miedo, simplemente quería que estuviéramos con él.
    Hubo muchas negociaciones… 4 años tenía ya… y seguíamos sin dormir seguido, todas las noches la misma, como mi chica no quería discutir mucho sobre el tema, que el trabajo nos dejaba agotados y las noches no las pasábamos NINGUNA seguida, decidimos comprar un sofa cama que usábamos para esto, cuando venían los suegros dormían con él y podíamos descansar toda la noche sin sobresaltos.
    No ha sido hasta hace unos meses que nos volvimos a cambiar… de ciudad y todo cuando la habitación de él está pegada a la nuestra y ya con 5 añazos sabe perfectamente todo, asi que le dije: quieres un regalazo? qué te gustaría conseguir? ‘la cueva de spiderman’ pues duermes 300 noches sin despertar a mama o papa, y te la consigo, le tengo creado un cuadrante en excel donde marco las noches que duerme sin levantarse y POR FIN dormimos, lo cual no quita que se acuesta desde hace años ya sobre las 22:30-23H a veces un poco más tarde y se levanta a las 7:30-8, incluyo sábados y domingos… pero bueno, eso es normal, tienen mucha energía estos chavalines.

    • Carita says:

      ¡Gracias por tu comentario! Fantástica tu aportación como padre, muchas gracias por compartir tu odisea particular con el sueño de tu peque. Está claro que el largo recorrido es lo que más afecta. Me alegro mucho de que ya estéis durmiendo POR FIN como bien dices. ¡Todo llega! Pero cuánto tarda a veces, eh 😉

  6. sarab says:

    Os cuento mi caso. La mayor dormía como un lirón. Tanto, que nos decidimos a tener otro rápidamente… Y la pequeña tiene casi 30 meses y aún se despierta mínimo dos veces por noche. Los primeros 18 meses fueron HORROROSOS, no sabía si me moriría o si me volvería loca. Despertares cada hora durante casi un año, y luego como mínimo caían cinco por noche. Con desvelo quiero-juerga-qué-más-da-si-son-las-cuatro incluído. Poco antes de los dos años, por suerte, la cosa mejoró un poco. Como pareja nos afectó un montón, si no hubiéramos estado tan unidos y no hubiera estado la mayor por medio, yo no sé qué habría pasado. Pero por suerte todo acaba mejorando. Dentro de unos cincuenta años, ya nos habremos olvidado de todo. ¡Espero!

    • Carita says:

      ¡Gracias por tu comentario!
      Pues sí, afecta a la pareja, es inevitable. Como en el juego de los barcos, queda ver si la deja hundida o sólo tocada, pero el agotamiento, el estrés, la presión que genera esa privación de sueño… afectan. Somos humanos.
      Menos mal que la mayor te durmió bien, por lo menos. Conozco casos en que el primero duerme mal y el segundo todavía peor. ¡Ni me lo imagino! (porque no quiero)
      Ánimo, seguro que es menos de cincuenta años. En cuarenta y nueve ya os habéis olvidado 🙂

  7. esterb28 says:

    Sigues viva y estás llegando al final del túnel, esto es lo que importa! Ánimos que pronto ni te acordarás y tendrás que releerte el post para hacer memoria…
    Nuestra historia de amor-odio con el sueño todavía es bastante revoltosa, necesitaría un post entero para explicarla (llegué a contar 15 despertares en una noche y tuve que dejar de contarlos para no volverme loca), pero tengo que decir que mi princesa está haciendo grandes logros (como dormirse solita en la guardería, situación impensable hace unos pocos meses) y sé que poco a poco va madurando su sueño.
    Que suerte que te funcionara el destete nocturno! Por ahora es un imposible para nosotras, lo intenté y desde los cólicos no la había visto llorar de esa manera, por lo que tenemos que esperar a que esté preparada.
    Un beso guapa!

    • Carita says:

      ¡Gracias por tu comentario!
      Sí, sigo viva… más o menos 🙂 Con un poco más de tiempo me recuperaré del todo (espero).
      De esas noches de 15 despertares he tenido yo también. Como bien dices, dejas de contar.
      ¡Enhorabuena por los logros de tu princesa! El sueño es evolutivo. En otro post escribiré sobre ello, y recomendaré un libro de Rosa Jové (seguramente lo habrás leído) que habla del tema, «Dormir sin lágrimas».
      Bichito estaba razonablemente preparada para el destete nocturno. Protestó pero no lloró ni sufrió. Eso era muy importante para mí, sobre todo llegados a ese punto de necesitar cambiar la rutina para sobrevivir yo. En otro post lo compartiré, por si es de ayuda. ¡Otro beso para ti!

      • esterb28 says:

        Sí, lo conozco… casi diría que me lo sé de memoria…
        Espero con ansia tu post sobre el destete nocturno, a ver si contándole lo bien que lo hizo bichito, mi princesa se anima!

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