Cómo cargarse una lactancia exitosa

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Foto: Pixabay

Sucede con más frecuencia de la deseable que una lactancia que podría ser exitosa se va al garete sin que la madre desee terminarla. Casi siempre por consejos ajenos. Por desgracia, muchos son precisamente del personal sanitario que debería ser una ayuda en lugar de un escollo. Pero también influye el asedio de las críticas, las recomendaciones y esa tendencia a pensar que, si yo lo hice así, Se Hace Así.

Sucede también que, aun con ésas, la culpa es (¡qué sorpresa!) de la madre. Porque las madres siempre tenemos la culpa de todo. La compramos en cantidades industriales cuando parimos. O algo. Y todo lo que pasa siempre es por algo que hacemos o no hacemos, por algo que somos o no somos, por algo que pensamos o no pensamos. Siempre la responsable es la madre porque los demás sólo estaban «ayudando». Así, cada día un montón de mujeres le dicen adiós a su lactancia pensando que ha sido culpa suya. Que algo han hecho mal. O, en el mejor de los casos, que no se podía evitar.

Así que, aprovechando la Semana Mundial de la Lactancia, voy a repasar las mejores formas de cargarse una. Si quieres dar lactancia materna y te dicen o hacen algo de lo siguiente, ¡huye!

1. MALA PRAXIS DE LOS PROFESIONALES SANITARIOS

He tenido suerte. Mi pediatra, aparte de buena profesional y encantadora en el trato, es defensora de la lactancia materna. Nunca me ha cuestionado, criticado ni recomendado nada. Siempre me ha dejado seguir mi instinto. Pero soy muy consciente de que esto no es lo habitual. Sin ir más lejos mi médico de cabecera, amparándose en el derecho a meterse donde nadie le llama, fue el primero en preguntarle A MI MADRE si le parecía normal que yo le diese el pecho a mi hija con un año.

Pediatras y profesionales de la salud como este señor, a patadas. Y eso es una vergüenza y una pena. Porque muchas madres que QUIEREN dar el pecho, se ven acosadas por sus propios médicos para que dejen de hacerlo. Cuestionadas, presionadas, criticadas, juzgadas. O, como mínimo, boicoteadas.

Y es que, desde el ámbito sanitario, hay muchas formas de cargarse una lactancia:

  • Separar a la madre del recién nacido. A veces, durante HORAS. En algunos casos de urgencia es inevitable pero muchas veces no hay justificación válida, sino protocolos absurdos.
  • Dar una «ayudita» al recién nacido porque no se coge al pecho. Con la ayudita, menos se va a coger.
  • Recomendar a una madre lactante que sustituya o introduzca tomas de biberón. Porque no está ganando suficiente peso (los bebés no ganan peso de forma constante, que una semana gane cuatrocientos gramos y otra cien es NORMAL) o porque se queda con hambre (llora). Y empieza un círculo vicioso: A más tomas de biberón, menos tomas de pecho. A menos tomas de pecho, menos producción y más tomas de biberón. Fin de la lactancia y la tristeza de haberse quedado sin leche.
  • No diagnosticar correctamente un frenillo. La lactancia NO duele. Cuando duele, algo está pasando con el enganche. Mi hija nació chiquitina y las primeras semanas fueron una pequeña tortura. Su boquita era tan pequeña que no hacía un enganche cómodo, lo que se traducía en un dolor intenso para mí. Conforme ganó peso y técnica, el problema fue desapareciendo solo. Pero algunos bebés no mejoran el enganche porque tienen frenillos no detectados, de fácil solución. Mientras, sus mamás aguantan una tortura insufrible de grietas que sangran y pezones destrozados hasta acabar, lógicamente, dando carpetazo a la lactancia.
  • Dar consejos obsoletos o basados en la desinformación. Una vez fui a un pediatra que me miró con los ojos como platos cuando me preguntó por la alimentación de la pequeñina. «¿Cinco meses de lactancia? ¡Pero eso es una hazaña!». Evidentemente, tanto este señor como mi médico de cabecera desconocen las recomendaciones de organismos como la OMS o la Asociación Española de Pediatría, entre otros muchos, que recomiendan mínimo dos años de lactancia. Mínimo, ojo. Que si quieres, puedes seguir. Pero claro, es complicado llegar a dos años de lactancia cuando desde la propia consulta te asedian para que metas alimentación complementaria desde los cuatro meses, para que impongas horarios, para que limites la teta. Para que la dejes ya.
  • Aconsejar un fin de lactancia por medicamentos supuestamente incompatibles. Los médicos, generalmente, no tienen ni idea de lo que es o no es compatible con la lactancia y les importa poco el sostenimiento de la misma así que, ante la duda, se curan en salud y mandan destetar. Sin embargo, hay realmente muy pocos casos que obligan a interrumpir la lactancia por un tratamiento médico. Te recomiendo consultar la web del Hospital de Denia e-lactancia.org, que lleva el registro más extenso y documentado acerca de compatibilidad de medicamentos.

2. CRÍTICAS Y PRESIÓN SOCIAL Y FAMILIAR

Lo confieso. También he tenido suerte. Aparte del apoyo inquebrantable de papá, tengo un apoyo razonablemente bueno del resto del ámbito familiar. Soy consciente de que los tengo a todos un pelín desconcertados con esta lactancia que se alarga y se alarga mucho más allá de lo que yo misma esperaba. Intento no darme por enterada de que se les hace raro y que, por ellos, la cosa habría terminado hace tiempo. Pero me respetan y me dejan hacer. Y con eso ya vamos bien.

Porque cada crítica, cada comentario que te mete dudas y agobios es un palo bajo las ruedas que, si no te acaba frenando el carro, por lo menos te amarga el camino.

  • No tienes leche suficiente.
  • Se queda con hambre, dale un biberón.
  • Tu leche ya no alimenta.
  • De ahí ya no te sale nada.
  • A estas alturas ya no tienes leche, es agua.

Cuando te digan este tipo de cosas, no hagas ni caso. Como te lo digo. Sí, como primeriza cuesta, lo sé. Las primerizas dudamos de todo lo dudable. Pero NI CASO.

  • Si no tienes leche suficiente, ponle más al pecho y producirá más.
  • Si se queda con hambre, ponle más al pecho.
  • Tu leche ALIMENTA como la de todas las mamíferas.
  • A quien te rete, siempre puedes dispararle en aspersión, a ver si sale algo o no sale.
  • Y, con todos mis respetos: si las cabras dan leche, las vacas dan leche, las burras dan leche, las conejas dan leche, las perras dan leche, las gatas dan leche y las yaks dan leche, ya sería mala suerte y coincidencia que las mujeres diésemos agua. Tonterías las justas, por favor.

3. FALTA DE CONFIANZA DE LA MADRE

No me quiero ni imaginar la tensión y el estrés vital que supondría para mí desconfiar de mi propio corazón. No saber si va a latir o no, si impulsará suficiente sangre, si bastará para mantenerme viva. ¡Figúrate si tuviera que preocuparme así de cada órgano! Bien, pues las mamas son más de lo mismo. Están diseñadas para amamantar y están preparadas para ello. Si no hay un problema glandular específico (en algunos casos, muy, muy pocos, lo hay) no tiene por qué haber ningún problema.

Sin embargo, casi todas nos preguntamos en algún momento: «¿y si no puedo? ¿y si no lo consigo? ¿y si no sale bien?».

Está claro que la presión de la que hemos hablado ya, tanto sanitaria como social, puede minarte mucho la moral. Pero ni el mejor grupo de apoyo a la lactancia servirá de nada si tú misma no confías en que puedes amamantar. Y ése es un camino íntimo que debes recorrer tú. Estar informada, segura y convencida. Si lo prefieres, empoderada.

Tras veintiséis meses de lactancia, he llegado a una conclusión: mis tetas son la leche. Se han adaptado a todo. A crisis de lactancia, ingurgitaciones y mastitis. Al año que pasamos tirando casi exclusivamente de teta derecha con las once tomas nocturnas en las que no encontraba fuerzas para andar con malabarismos y alternar. A la temporada post destete nocturno en la que tiré de izquierda para intentar volver a tenerlas de la misma talla, aunque sólo fuera por hacer bonito. A quince tomas diarias y a sólo dos. A cualquier combinación imaginable de horarios. A cualquier demanda.

Tal vez si no hubiera tenido clavada la espina del embarazo y el parto, me habría rendido en algún punto, me habrían ganado por cansancio, habría dudado. Pero la lactancia era el último paso que me quedaba y me empeñé en que no fracasase. Porque yo quería darle el pecho a mi hija. Yo quería esto. Y ése es el punto clave de una lactancia exitosa.

Si no quieres dar el pecho, nadie tiene derecho a exigírtelo. Pero, si quieres hacerlo, que nadie tenga la capacidad de arruinártelo.

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This entry was posted in Crianza.

4 comments

  1. Carina says:

    Yo no tengo muy claro que era lo que pasó cuando nació mi hija. Nació por cesarea (estaba de nalgas), pero cuando me subió la leche el tercer dia, fue una subida muy fuerte, asi que leche no faltaba. Pero mi hija o se quedaba dormida al pecho o estaba demasiado nerviosa para comer lo suficiente, y me hacia mucho daño en los pezones. Mi hospital es pro-lactancia y segun las matronas el agarre era perfecto y miraron su boquita. No sé si es que tenia frenillo aunque no lo detectaron o algo? Cuando nos dieron el alta habia bajado casi medio kilo de peso, y una semana despues no habia recuperado nada, aunque pasaba mucho tiempo al pecho. Y lo peor era que no paraba de llorar. Estuvimos casi dos semanas sin dormir y intentando consolarla, fue lo peor que he vivido nunca.Cuando la enfermera dijo que teniamos que hacer mixta, no protestamos porque lo habiamos pasado muy mal los tres. Con el primer biberon se callo. Poco a poco ya no queria pecho y estuve con sacaleche tres meses para que tomara algo de mi leche. Y luego ya solo bibe porque era demasiado trabajo todo. Me sigue dando pena que no funcionara, aunque mi hija esta feliz y crece bien. Y mi entorno de suegra, enfermera etc son pro-bibe y no lo entienden. Y mi madre pro-teta me regañaba por dejar la lactancia. Cuando le daba bibe me preguntaba cuando le iba a dar leche de verdad… En fin, si tengo otro y pasa algo parecido, quiero que miren el frenillo bien bien para quedarme mas segura.

    • Carita says:

      Madre mía, menuda situación, en un fuego cruzado de dos frentes opuestos, pro-teta/pro-bibe. Me imagino la presión que supuso para ti. Si tienes otro y vuelve a suceder mírale el frenillo y busca un buen grupo de apoyo a la lactancia. Bichito también hacía, en teoría, un agarre perfecto según las matronas. Pero las primeras semanas yo veía las estrellas. Lamento que no pudieras tener una lactancia exitosa pero te felicito por haber buscado lo mejor para tu pequeña al margen de lo que te dijeran los «pro» de cada lado, siguiendo lo que tú sentías que debías hacer. Un abrazo!

      • Carina says:

        Gracias 🙂 La verdad es que entre la cesarea que yo no queria para nada y me daba panico (queria parto natural sin epidural incluso), y los dolores que sufri hasta un mes despues y todos los problemas que sufri con la lactancia, no disfruté nada las primeras semanas. Mi hija es de caracter muy nerviosa, es casi dificil darle bibe porque no deja de girar la cabeza y/o soltar la tetina. Cuando mejor come es por la noche mediodormida. Igual será por eso que la teta «no era apta para ella»? Como que no tenia paciencia para chupar alli, como no cae tan facil como del bibe. Crees que hay bebes que simplemente no estan hechos para tomar pecho? O mas bien será por frenillo sin diagnosticar?

        • Carita says:

          Yo no creo que haya bebés que no están hechos para tomar el pecho. Creo que influyen muchos factores en una lactancia y a veces es complicado comprender la cadena de cosas que ha ido provocando una lactancia fallida. Seguramente esa cesárea afectó también. Mi consejo es que no lo pienses más, no sirve de nada atormentarse, las cosas se dieron así y tú lo hiciste con tu conocimiento y tu amor y todas las circunstancias que te rodeaban lo mejor posible. Quédate con eso y, si tienes otro, cuando tengas un problema busca un buen grupo de apoyo a la lactancia, que te pueda asesorar de verdad a ver qué está pasando. Y lo más importante: confía en ti. Eres mamífera. Puedes 🙂 Un abrazo enorme.

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